Jardines sensoriales: qué son y cómo crear el tuyo paso a paso

¿Te imaginas un espacio donde todos tus sentidos se despierten y te conecten con la naturaleza? Los jardines sensoriales son mucho más que simples jardines: son refugios de bienestar y creatividad. Descubre cómo crear el tuyo y disfrutar de todos sus beneficios.
¿Has notado cómo ciertos jardines o rincones verdes te hacen sentir diferente? No es casualidad. Los colores, las texturas, los aromas e incluso los sonidos juegan un papel clave.
Esta respuesta tan profunda se explica por la biofilia, esa conexión natural e instintiva que sentimos con la naturaleza. De ahí nace el concepto de jardines sensoriales: espacios pensados para despertar los sentidos y generar bienestar.
Este tipo de espacios ha sido diseñado desde el principio para estimular cada uno de los sentidos a través de la mirada, el tacto, los olores... Cada detalle activa una parte única de ti, tanto del cuerpo como de la mente.
En este artículo te contamos las claves para disfrutarlos y aprovechar todos sus beneficios.
¿Qué es un jardín sensorial?
Un jardín sensorial es un espacio diseñado desde su origen con el objetivo de estimular cada uno de los 5 sentidos: vista, olfato, tacto, oído y gusto... pero también el equilibrio y la percepción corporal.
A diferencia de un jardín convencional, cuyo aspecto estético suele ser el objetivo principal, en este tipo de jardín todo está pensado para generar una experiencia multisensorial.

Estos jardines se utilizan en entornos muy variados: desde espacios educativos, terapéuticos o de bienestar, hasta hogares, oficinas y jardines privados. La importancia de crear estas sensaciones positivas a través del diseño está creciendo cada vez más.
¿Es lo mismo jardín sensorial y jardín terapéutico?
No, aunque ambos tipos de jardines comparten el objetivo de mejorar el bienestar, existen diferencias claras. Los jardines sensoriales se enfocan en estimular los sentidos para generar una experiencia integral y placentera.
Por su parte, los jardines terapéuticos suelen estar diseñados para apoyar procesos específicos de recuperación o tratamiento, con un enfoque más clínico o funcional.
¿Por qué diseñar un jardín sensorial?
Crear un jardín sensorial no solo es una forma de disfrutar de un entorno verde y precioso, lleno de vida y color. También es una oportunidad para conectar con una gran cantidad de beneficios para nuestra mente, cuerpo y emociones.
Al integrar estímulos, mejora el desarrollo cognitivo y sensorial, fortaleciendo las conexiones neuronales, la memoria, la atención y la percepción, a la vez que ayuda a reducir el estrés y la ansiedad sin darnos cuenta. De hecho, diversos estudios han demostrado que las plantas son un gran antídoto contra el estrés por su efecto calmante.
Los jardines sensoriales son unos espacios ideales para personas de todas las edades y condiciones. Para los más pequeños, se convierte en un lugar para jugar, explorar y dar rienda suelta a la creatividad.

Y para personas con enfermedades como Alzheimer, autismo o movilidad reducida, puede ser un espacio que favorece la comunicación, estimula la interacción y mejora la calidad de vida.
Lo ideal, antes de crearlo, es tener claro qué queremos potenciar: si buscamos relajación, estimulación, juego, terapia... o un poco de todo. Cuanto más claro lo tengamos, más efectivo será nuestro jardín.
Los 7 sentidos en un jardín sensorial
Aunque solemos hablar de solo cinco sentidos, un jardín sensorial bien diseñado estimula los siete sentidos humanos. Aquí te mostramos cómo se pueden experimentar de forma concreta en estos espacios:
Vista
Es uno de los sentidos a los que estamos más expuestos en el jardín. Vemos flores de distintas formas y colores, portes de plantas diferentes (algunas altas y verticales, otras tapizantes que cubren el suelo como si fueran alfombras verdes), el juego de luces entre las ramas de los árboles, caminos curvos que cruzan un lado del jardín y desaparecen entre plantas.
Cada uno de esos aspectos crea una sensación distinta, y sin darnos cuenta, vamos observando y sintiendo a través de la mirada.

Oído
El sonido de los pájaros revoloteando o pidiendo comida, el agua cayendo de una fuente, el crujir de las ramas al moverse con el viento, el zumbido diurno de las abejas o el sonido casi imperceptible del vuelo de las luciérnagas por la noche...
Todo eso se mezcla y forma una banda sonora única, que no solo relaja, sino que también te envuelve de forma espectacular en el jardín.
Olfato
El olor a hierba mojada después de llover y los caracoles que salen tras ella, las rosas en su máximo esplendor, esos árboles que no solo tienen un porte increíble, sino que también huelen de maravilla, el aroma que desprende tu huerto de aromáticas al pasar rozando...
No hace falta explicar demasiado: el olfato te lleva a emociones y lugares sin que lo pienses.
Tacto
A veces el gran olvidado... pero el tacto es el que nos conecta de verdad. La textura tan diferente entre una hoja rugosa y otra que parece terciopelo, caminar descalzo por un sendero de hierba fresca o sobre gravilla caliente, abrazar a un árbol y notar cada pliegue de su corteza, estar tumbada en el césped y que de repente comience a llover...

Gusto
Los que tienen en su jardín un pequeño huerto saben de lo que hablo. Estar rodeado de plantas comestibles es saborear el jardín de otra forma: sabores frescos, dulces, ácidos... Cada uno tiene algo especial.
Propiocepción
Es esa sensación que tienes al caminar por un sendero con arbustos que rozan tus brazos, al subir una pequeña pendiente, al agacharte para tocar la tierra o al estirarte para alcanzar una flor que está justo fuera de tu alcance.
Sentido vestibular
El equilibrio también tiene su espacio aquí. Lo puedes sentir al balancearte en un columpio de cuerda colgado de un árbol, al caminar sobre un tronco caído como si fuera una barra de equilibrio o al sentarte en una hamaca que se mece con el viento.
Como crear un jardín sensorial paso a paso
1.Piensa a quién va dirigido y qué sentidos quieres activar
Como mencionamos antes, para quién es el jardín sensorial debe ser la base de todo. No es lo mismo que sea para personas mayores, niños con condiciones específicas o para ti.
Al concretar esto, podrás empezar a seleccionar cuáles sentidos quieres estimular, ya sea todos o alguno en especial. Aunque lo ideal es estimular los siete sentidos, puedes comenzar poco a poco.
2.Elige el lugar
No hace falta tener un gran jardín, de hecho, puedes crearlo en tu patio o en tus jardineras. No hay excusa para no sentir. Lo más importante es tener claro el objetivo y adecuarlo al lugar donde vayas a hacerlo.
3.Diseña pequeños rincones con intención

Crea distintos espacios dentro del jardín donde puedas disfrutar de sensaciones variadas. No hace falta que todo esté separado, lo importante es que cada rincón te motive a experimentar cosas diferentes que te hagan sentir bien.
4.Elige bien las plantas y materiales
Hay plantas ideales para jardines sensoriales, como las aromáticas, flores de colores llamativos, con texturas curiosas, y árboles o arbustos que aportan sombra y sonidos únicos.
Analiza también bien qué materiales vas a incluir en el mobiliario y en el pavimento del camino por donde se atraviese el jardín.
5.Introduce elementos sensoriales extra
Así como existe decoración sensorial para el interior del hogar, también hay elementos que trasladan esas sensaciones únicas al exterior. Columpios, hamacas, fuentes de agua, estanques, huertos comestibles, casas para pájaros, carrillones de viento... La lista puede ser muy, muy extensa.