A sus grandes dimensiones se suma la dureza de su cerosa piel, características que dificultan su manipulación y la convierten en todo un reto que, en el peor de los casos, puede acabar en lesión. Si no aplicamos una fuerza adecuada entre el cuchillo y la resistencia de la piel, la herramienta de corte se nos puede disparar y hacernos daño.
Sin embargo, sería una pena descartar la calabaza de nuestras preparaciones por el hecho de ser una hortaliza difícil. La calabaza, no solo es un alimento de lo más saludable, sino que, además, se adapta a cualquier tipo de preparación, ya sea dulce o salada, como la crema de calabaza. Por esta razón, y para que la incluyas en todas tus recetas sin complicaciones, te explicamos las maneras más fáciles de pelarla y dejarla lista para cocinar. E incluso, podrás prepararla para congelarla y poder disfrutarla en cualquier estación del año.
¿Cómo pelo la calabaza?
Aplica calor
Siempre que el tamaño de la calabaza no sea muy grande, puedes meterla en el horno hasta que se ablande. Una vez esté cocida, podrás sacar la piel con facilidad, incluso sacar la carne con la ayuda de una cuchara.

De todas formas, ten en cuenta que, dependiendo del tipo de receta en el que quieras agregar la calabaza, está técnica no es la más adecuada. Aplicando calor con el horno estás precocinando la hortaliza y, si se cuece durante mucho tiempo, puede quedar muy blanda.
Si te da pereza encender el horno, también puedes usar el microondas. En este caso, pincha la calabaza con un tenedor por varias zonas y deja que se cuece al microondas durante unos 3 minutos. Antes de sacarla, comprueba que esté blandita por todos los lados y, si no es así, programa unos minutos más.
Si tu calabaza es grande tendrás que trocearla, previamente, antes de aplicarle calor. La contradicción que tiene esta acción es que, la parte interna de la hortaliza que queda al descubierto al cortarla, puede resecarse con la alta temperatura.
Córtala en porciones
Otra de las técnicas que suele funcionar bien consiste en cortar la calabaza en trozos más pequeños o a rodajas, como si fuera un melón, de este modo es mucho más fácil de manipular. En este caso, corta los extremos, apóyala por el lado de la piel y ve cortando tajadas.
Una vez la tengas cortada, será mucho más fácil separar la piel de la carne. Si optas por esta opción, procura disponer de un buen cuchillo afilado y una tabla de corte resistente.

Córtala de arriba abajo
Para seguir esta técnica debes cortar la calabaza por la mitad y, una vez hayas retirado las pipas con una cuchara, coloca una de las mitades encima de una tabla con la superficie de la carne hacia abajo.
Sujeta la calabaza por el extremo y sácale la piel con un cuchillo con movimientos de arriba abajo, verás que así te resulta mucho más fácil. Repite el proceso con la otra mitad.
Utiliza un pelador especial
Si la calabaza es un habitual en tu cocina seguro que le sacarás provecho a un pelador especial para calabazas. Esta herramienta se diferencia de un pelador regular porque es más ancho, de modo que, saca más cantidad de piel en cada pasada.

La manera más fácil
Si no quieres complicarte lo más mínimo, siempre puedes comprar la calabaza directamente cortada y envasada al vacío. El único inconveniente de este formato es que el producto suele ser más caro y, una vez abierto, tarda pocos días en fermentar, mientras que una calabaza entera puede durar meses en buen estado.
Aprovecha las pipas
Cuando limpies la calabaza por dentro no tires las pipas, ya que, este es un fruto seco fantástico para enriquecer cremas, ensaladas, bizcochos, panes o galletas.
Una vez las hayas retirado, lávalas, deja que se sequen y, después, tuéstalas en el horno o en la sartén. ¡No dudes en aprovechar las pipas de calabaza al máximo!
