Por qué las uvas con queso saben a beso y siguen conquistando cada otoño
Sabores de temporada
Un refrán popular que celebra el maridaje más sencillo y delicioso

Cada otoño, el refrán 'uvas con queso saben a beso' regresa a nuestras mesas con más vigencia que nunca. Una expresión popular que encierra siglos de tradición y que sigue siendo la mejor excusa para disfrutar de un maridaje tan sencillo como delicioso.
El origen de un refrán con mucho sabor
Este refrán forma parte del acervo cultural español desde hace siglos. Aparece en recopilaciones del refranero castellano y, como ocurre con muchos dichos, combina sabiduría popular con un toque poético.
Su explicación es simple: el dulzor fresco de las uvas contrasta con la intensidad y untuosidad del queso, logrando un equilibrio tan placentero que se comparaba con un beso. Esa imagen lo convirtió en uno de los dichos más recordados de nuestra tradición gastronómica.
Uvas y queso la pareja perfecta
La unión de fruta y queso no es algo exclusivo de la gastronomía española, aunque aquí el refrán le haya dado un encanto especial. En muchas culturas encontramos esta misma búsqueda de contraste entre lo dulce y lo salado, lo fresco y lo untuoso.
En Francia, por ejemplo, es tradición terminar la comida con una tabla de quesos acompañada de uvas, peras o higos, un gesto que subraya la importancia del equilibrio en boca.
En Italia, el gorgonzola se disfruta a menudo con peras maduras, dando lugar a la célebre expresión 'al contadino non far sapere quanto è buono il formaggio con le pere' (al campesino no le hagas saber lo bueno que está el queso con peras). Incluso en países anglosajones, las uvas se han convertido en un acompañamiento habitual en las cheeseboards que se sirven en celebraciones y fiestas.
En España, sin embargo, el refrán 'uvas con queso saben a beso' lo convirtió en algo más que una costumbre: lo elevó a símbolo cultural. Cada otoño, cuando llega la vendimia, el dicho resuena en sobremesas y tertulias familiares, recordándonos que la sencillez también puede ser sinónimo de placer.

Ideas para disfrutar del maridaje en casa
No hace falta complicarse demasiado. Con unas uvas frescas y un par de quesos puedes preparar un aperitivo irresistible.
Quesos suaves y cremosos
Ideales con uvas blancas crujientes. El queso fresco, brie o camembert permiten que la fruta brille, potenciando su dulzor natural.
Quesos curados e intensos
Un manchego, un idiazábal o incluso un queso azul combinan de maravilla con uvas negras más dulces, como la variedad moscatel. La fruta suaviza la potencia del queso y equilibra cada bocado.
Recetas fáciles con uvas y queso
- Brochetas rápidas: alterna uvas con dados de queso curado.
- Ensaladas frescas: mezcla canónigos, uvas partidas, queso de cabra y nueces.
- Postres distintos: prueba uvas asadas o caramelizadas con un trozo de queso.
También puedes combinar con queso fresco como en esta ensalada de lechugas variadas con uvas y queso.

Tradición popular que no pasa de moda
Lo más llamativo de este refrán es su permanencia. En una época en la que proliferan las recetas de autor y las combinaciones sofisticadas, la sencillez de unas uvas con queso sigue siendo un placer universal.
Además, forma parte de un patrimonio oral mucho más amplio: el refranero gastronómico español. Nuestros abuelos ya transmitían dichos que, entre bocado y bocado, contenían consejos, advertencias o incluso declaraciones de amor. Así, 'contigo pan y cebolla' recordaba que la compañía era más valiosa que el banquete, mientras que 'a falta de pan, buenas son tortas' apelaba a la capacidad de improvisar en la cocina.
También hay refranes que, como el de las uvas y el queso, celebran maridajes sencillos: 'miel con queso saben a beso' es otra de esas frases que confirman lo bien que funcionan los contrastes de sabores. Pan, vino, queso, uvas o miel son ingredientes básicos que han estado siempre en las despensas y que han inspirado expresiones que aún hoy seguimos repitiendo.
Estos refranes, transmitidos de generación en generación, son un recordatorio de que la gastronomía no solo alimenta el cuerpo: también da forma a la memoria cultural y al lenguaje cotidiano.