El ‘minuto Guinness’, la lección magistral de 'La casa Guinness' en Netflix para entender cómo se sirve la cerveza irlandesa
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Uno de los herederos de la histórica destilería irlandesa revela este ritual

Netflix ha estrenado una de sus apuestas más llamativas del otoño: ‘La casa Guinness’, un drama histórico que combina poder, negocios familiares y la bebida más icónica de Irlanda.
La serie nos transporta al Dublín del siglo XIX, una ciudad marcada por tensiones políticas, el peso del colonialismo británico y las luchas sociales de una Irlanda en transformación.
En ese escenario surge la dinastía Guinness, una familia que no solo levantó un imperio cervecero, sino que también se convirtió en una de las más influyentes de Europa.
Una historia de herencia y conflictos
Creada por Steven Knight, responsable de 'Peaky Blinders', la serie mantiene un aire sombrío y elegante, con diálogos cargados de intención.

Consta de ocho episodios, cada uno entrelazando el auge empresarial de la cervecería con los dilemas personales y políticos de la familia.
El relato arranca tras la muerte de Benjamin Guinness en 1868, cuando sus cuatro hijos -Arthur, Edward, Anne y Ben- heredan un legado marcado por la riqueza, la política y las tensiones internas.
La trama no se limita al negocio: aparecen las disputas religiosas, los movimientos revolucionarios y los vínculos con la política británica que marcaron a la familia en una Irlanda dividida entre católicos y protestantes.
En los primeros capítulos queda claro que la cerveza es solo el telón de fondo: lo central es cómo los Guinness lidiaron con el peso de su apellido en medio de una nación que buscaba su independencia.
El ‘minuto Guinness’ o la forma correcta de servir una pinta
Uno de los momentos más llamativos -y que todo amante de la cerveza recordará- aparece en el tercer episodio: cómo se sirve correctamente una Guinness.
Edward Guinness (interpretado por Louis Partridge) utiliza dos botellines como ejemplo frente a Ellen Cochrane, un personaje vinculado a los Fenianos, grupo nacionalista irlandés que luchaba contra el dominio británico en el siglo XIX.
Aunque Ellen es un personaje ficticio creado por Knight, la escena funciona como un recurso dramático: muestra la fragilidad de los vínculos entre la familia Guinness y el nacionalismo.
Sentado, Edward Guinness -interpretado por Louis Partridge- toma dos botellines de Guinness y advierte que no son para beber, sino ‘meramente ilustrativos’.
Lo sorprendente es cómo les da un aire solemne, casi ceremonial, al detenerse en cada detalle del proceso. A esto lo llama el ‘minuto Guinness’.
‘Hay una técnica específica a la hora de servir una Guinness. Al empezar, la cerveza ansía liberarse, burbujea en el vaso. Así que mientras el primer vaso se calma y se asienta, sirves el siguiente. Y esperas… esperas a que la cerveza se tranquilice. Eso es lo que yo llamo el minuto Guinness’, relata.
El momento va más allá de la cerveza y se convierte en metáfora política. Edward enlaza la técnica con la situación de Irlanda y el movimiento feniano:
‘Estos vasos a medio servir representan a nuestra Irlanda, excitada por vuestro sueño de independencia, pero que necesita tiempo para reflexionar. Y al terminar de llenar el vaso, hay que hacerlo con calma, con cuidado, uniformemente. Igual que con vuestra lucha política: solo tendréis éxito si no perdéis la cabeza’.
La ciencia detrás de una buena pinta
Más allá de la ficción, lo cierto es que la forma de servir una Guinness no es un capricho de guionistas. Los maestros cerveceros llevan décadas insistiendo en que hay tres elementos fundamentales: el tiempo, el vaso y la temperatura.

La cerveza debe servirse entre 6 y 8 grados centígrados, lo suficientemente fría para ser refrescante, pero no tanto como para apagar sus notas de café tostado y chocolate.
El vaso, de paredes rectas y ligeramente ensanchado en la parte superior, no es un simple recipiente: está diseñado para favorecer el asentamiento de la espuma.
Y el famoso minuto de espera, que en bares de Dublín puede alargarse hasta dos, permite que el nitrógeno de la cerveza cree esas microburbujas que hacen tan característica su textura.
La espuma se vuelve más ligera, la cerveza pierde parte de su carácter y lo que debería ser un trago sedoso se convierte en algo más corriente.
La próxima vez que viajes a Irlanda, o simplemente pidas una Guinness en tu ciudad, quizá recuerdes las palabras de Edward. Puede que esperes ese minuto antes de dar el primer sorbo, observando cómo la espuma se asienta sobre el negro intenso.
O tal vez seas de quienes prefieren la cerveza para preparar una tarta Guinness o un bundt cake de cerveza negra con chocolate.
El consumo de alcohol debe hacerse siempre con moderación.