Todo lo que debes saber sobre el Museo Guinness de Dublín, donde nació la cerveza más famosa del mundo bajo un contrato de 9.000 años

Irlanda imprescindible

Descubre por qué debes visitar la fábrica irlandesa conocida como Guinness Storehouse

Museo Guinness en Dublín, un recorrido por la historia y los secretos de la mítica cerveza irlandesa
Museo Guinness en Dublín, un recorrido por la historia y los secretos de la mítica cerveza irlandesa

El Museo Guinness de Dublín -o Guinness Storehouse- es una de las atracciones más visitadas de Irlanda. No solo atrae a amantes de la cerveza, sino también a curiosos, turistas de paso y, últimamente, a quienes han llegado aquí después de ver la serie sobre la familia Guinness en Netflix. Si estás pensando en incluir este país en tu viaje, aquí tienes una guía para visitar la fábrica que empezó con un contrato de 9.000 años.

Imagina creer tanto en tu proyecto que firmas un contrato de alquiler… por 9.000 años. Eso hizo Arthur Guinness.

El 31 de diciembre de 1759, firmó el arrendamiento de la fábrica de St. James’s Gate, en Dublín, por la cantidad de 45 libras al año. El acuerdo fijaba el precio para todo ese tiempo, sin opción a subirlo. Un movimiento tan optimista que marcaría la historia de la cerveza.

Con el tiempo, la empresa compró definitivamente el terreno, pero el contrato original sigue existiendo y hoy está expuesto en el propio museo. Es una de las paradas simbólicas en el recorrido.

Antes de poner rumbo a la Guinness Storehouse vamos a ponernos en el mapa. Irlanda está en el noroeste de Europa, en una isla verde, húmeda y ventosa que vive pegada al Atlántico.

Eso se traduce en un clima templado y muy cambiante, con lluvias frecuentes. Cielos que pasan de gris a azul y de azul a gris en cuestión de minutos.

Además, de temperaturas moderadas todo el año, pero con viento casi siempre presente.

El puente de Ha'penny en Dublín
El puente de Ha'penny en Dublín

Las mejores fechas para visitar el país suelen ser de primavera a principios de otoño (aproximadamente de abril a septiembre), cuando los días son más largos y las lluvias, aunque siguen ahí, dan un poco más de tregua.

Ahora bien, si no te importa llevar paraguas, chubasquero o capucha, Irlanda es perfectamente visitable en cualquier época del año. La Guinness sabe igual de bien con sol, cielo plomizo o lluvia fina.

Cómo llegar al Museo de Guinnes o la Guinnes StoreHouse

La Guinness Storehouse está en St. James’s Gate, al oeste del centro de Dublín. No está en plena zona de Temple Bar, pero se llega bien con Google Maps.

Si te gusta caminar, puedes ir a pie desde el centro en unos veinte o veinticinco minutos. También puedes llegar en autobús o en tranvía, bajarte en las paradas más cercanas y caminar unos minutos.

Otra opción cómoda es el taxi o Uber, muy fáciles de encontrar en zonas conocidas como O’Connell Street, Temple Bar o alrededores del río. Como referencia, basta con poner ‘Guinness Storehouse’ en el mapa; la ciudad entera sabe dónde está.

Entradas para el Museo Guinness

Lo más práctico es comprar la entrada por internet antes de ir. De esta manera evitas colas, entras directamente en la franja horaria que elijas y, además, suele ser más barata que en taquilla.

En su página web recomiendan reservar con antelación y, si necesitas cambiar la fecha o la hora, hacerlo con al menos 24 horas de margen.

Si tienes libertad para elegir el día y la hora, lo ideal es ir a primera hora de la mañana. Es cuando hay menos gente y puedes recorrer el museo sin demasiado ruido, leer con calma, sacar fotos y disfrutar del Gravity Bar sin tener que pelear por un hueco junto al cristal.

La Guinness Storehouse abre todos los días, aunque los horarios pueden variar un poco según la época del año, así que conviene revisarlos antes de ir.

Las visitas son autoguiadas. Eso significa que tú marcas el ritmo. En el precio de la entrada estándar se incluye el acceso a las salas del museo, las zonas de degustación, el Gravity Bar y, al final, una pinta de Guinness.

Si no bebes alcohol, puedes pedir una Guinness 0.0 o un refresco sin problema. La idea es que salgas de allí sabiendo algo más sobre la cerveza y, a ser posible, cómo aprender a servir una pinta.

Tipos de entradas para el Museo Guinness

La Guinness Storehouse ofrece varias entradas estándar. La más básica ronda los 22 euros, dura unos 90 minutos e incluye visita autoguiada por las siete plantas y una pinta en el Gravity Bar. Es la opción sencilla para ver el museo y conocer la historia.

A partir de ahí sube el precio y se añaden experiencias. Por unos 34 euros tienes la visita estándar más la STOUTie, una pinta con tu 'selfie' en la espuma. En torno a los 38 euros se incluye también la Guinness Academy, donde te enseñan a servir una Guinness y te llevas un certificado digital.

Existe una visita guiada con horarios fijos, que cuesta alrededor de 48 euros. El recorrido se hace con guía por las siete plantas, incluye la academia Guinness y termina con una pinta en el Gravity Bar. Es solo en inglés y es solo para mayores de 18 años.

También hay una variante que suma la degustación en la cervecería Guinness Open Gate, dura unas dos horas y media y permite probar cervezas experimentales de edición limitada, también solo para adultos.

Por encima de estas opciones están las visitas premium. Los precios van desde unos 51 hasta unos 350 euros, con una duración media de unas tres horas y media. Incluyen catas más completas, espacios reservados y una atención más personalizada, en su mayoría solo en inglés.

Qué ver en el Museo Guinness

El edificio, visto desde fuera, impone. Es un gran complejo industrial reconvertido en museo contemporáneo. Una vez dentro, la impresión es que han sabido integrar muy bien la tecnología con la historia.

No es un museo clásico de vitrinas y paneles eternos. Es un recorrido interactivo, con pantallas, recursos audiovisuales, efectos, instalaciones luminosas y, al mismo tiempo, máquinas antiguas, barriles, fotos históricas y piezas originales.

Una de las piezas más atractivas está centrada en la espuma y las burbujas
Una de las piezas más atractivas está centrada en la espuma y las burbujas | Hogarmania

La Guinness Storehouse se organiza en siete plantas bien iluminadas, cada una centrada en una parte del relato. El recorrido suele empezar por los ingredientes.

Allí descubres que una Guinness es aproximadamente un 95 % agua y que el agua que se utiliza procede de la zona de las montañas de Wicklow, cerca de Dublín.

El resto lo hacen el lúpulo, la cebada malteada, la cebada tostada sin maltear y la levadura. Todo ello se explica con fuentes, paneles, chorros de agua y espacios que mezclan datos, historia y espectáculo.

Luego llegas a la parte dedicada al tostado y al color. La Guinness se considera una cerveza ‘negra’, pero si la miras a contraluz verás que en realidad es de un rojo muy oscuro.

Su tono y su sabor amargo y tostado vienen del proceso de tostado de la cebada, una técnica que, según algunas historias, nació casi por accidente, al decidir aprovechar malta que se había quemado parcialmente en un incendio.

La Guinness Storehouse cuenta con siete plantas
La Guinness Storehouse cuenta con siete plantas | Hogarmania

Una de las instalaciones más llamativas está dedicada a la espuma y a las burbujas. Hay una especie de lluvia de bombillas que simula el movimiento del líquido en el vaso.

La Guinness no tiene burbujas exageradas ni carbonatación agresiva. La clave está en la mezcla de dióxido de carbono y nitrógeno.

El nitrógeno no se dispersa como el CO₂, y eso permite que la cerveza permanezca más ‘quieta’ en el vaso, con menos burbuja y con una espuma compacta y cremosa. Esa capa blanca, densa, es casi una seña de identidad.

Si te fijas, el ritual de servir una Guinness tampoco es casual. El vaso debe inclinarse y llenarse hasta las tres cuartas partes. Después se deja reposar alrededor de dos minutos, o, si queremos ser exactos, los famosos 119,5 segundos que recomienda la casa.

Solo entonces se termina de rellenar con el vaso en posición vertical. Es la manera de lograr una pinta con la proporción justa entre líquido y espuma. En la serie sobre la familia Guinness a esta espera la llaman el ‘minuto Guinness’. En la visita tendrás ocasión de ver este proceso una y otra vez y, si eliges la experiencia adecuada, practicarlo tú mismo.

A lo largo del recorrido también se ven máquinas antiguas que se utilizaban para elaborar y envasar la cerveza, planos, fotos de los primeros trabajadores y una sección dedicada a los barriles.

'My Goodness, My Guinness' es uno de los eslóganes más emblemáticos de la marca
'My Goodness, My Guinness' es uno de los eslóganes más emblemáticos de la marca | Hogarmania

Allí se explica el oficio de los toneleros, cómo se fabricaban a mano los barriles de madera, cómo se ensamblaban las piezas y cómo se apilaban en forma de pirámide para almacenarlos.

Hay también un apartado dedicado al transporte, con referencias a barcos y trenes que se utilizaron para llevar la cerveza desde Dublín al resto del mundo.

Uno de los espacios más vistosos es el dedicado a la publicidad. Guinness ha creado algunas de las campañas más icónicas de la historia de la cerveza. Los eslóganes ‘Guinness is good for you’, ‘My Goodness, My Guinness’ o ‘Lovely day for a Guinness’ forman parte del imaginario colectivo.

Lo mismo ocurre con la fauna publicitaria: tucanes, leones, tortugas, avestruces y otros animales que durante décadas han protagonizado carteles, anuncios y objetos de merchandising.

En ese mismo capítulo hay un lugar especial para el arpa. El arpa gaélica es uno de los símbolos de Irlanda y también de Guinness. La que aparece en las etiquetas está inspirada en el arpa que se conserva en el Trinity College de Dublín, y se utiliza en la marca desde el siglo XIX, junto a la firma de Arthur Guinness.

Hoy en día, el arpa y la cerveza están tan asociadas que se han convertido en un símbolo compartido de país y marca.

La vista desde el Gravity Bar y el Arpa, símbolo distintivo de la cerveza Guinness
La vista desde el Gravity Bar y el Arpa, símbolo distintivo de la cerveza Guinness | Hogarmania

Libro Guinness de los Récords

En otra parte del museo se explica la relación entre Guinness y el Libro Guinness de los Récords. En los años cincuenta, Sir Hugh Beaver, director general de las cerveceras Guinness, participó en una cacería y acabó envuelto en una discusión sobre qué ave de caza era la más rápida de Europa.

Como no encontró la respuesta en ningún libro, se le ocurrió que sería útil crear uno que recogiera este tipo de datos. Encargó el proyecto a Norris y Ross McWhirter y así nació el Libro Guinness de los Récords.

La primera edición se publicó el 27 de agosto de 1955 y fue un éxito inmediato. Desde entonces se ha convertido en una referencia mundial en materia de récords, con millones de ejemplares vendidos en decenas de países y lenguas.

Merchandising y restaurante

Dentro de la Guinness Storehouse también hay espacio para el merchandising. Camisetas, sudaderas, gafas, llaveros, sombreros, vasos, tazas y prácticamente cualquier cosa que puedas imaginar con el logo de Guinness.

Con los años estos productos se han convertido en auténticos objetos de culto para quienes aman la marca o Irlanda en general. La tienda es tentadora, y es fácil salir con algo bajo el brazo, aunque solo fuera por ese tucán tan simpático que has estado viendo por todo el museo.

Si te apetece rematar la experiencia con buena comida, dentro de la Guinness Storehouse hay restaurante. Allí puedes pedir platos como un estofado irlandés, acompañarlo con un pan de soda y terminar con una tarta Guinness. Lo ideal es revisar la carta el día de la visita, porque los platos pueden variar.

La guinda final la pone el Gravity Bar. Está en la parte superior del edificio, es acristalado y ofrece vistas de 360 grados sobre Dublín. Es también el lugar donde canjeas la pinta incluida con tu entrada. En un día despejado puedes ver tejados, chimeneas, iglesias, edificios modernos y el relieve ondulado de la ciudad.

La temperatura recomendada para servir la cerveza Guinnes es entre 6 y 8 grados
La temperatura recomendada para servir la cerveza Guinnes es entre 6 y 8 grados

Más allá del museo, Guinness está presente en toda Irlanda. En Dublín y fuera de Dublín. Es un símbolo que se ve en los rótulos de los pubs, en los posavasos, en camisetas, en gorras, en carteles antiguos y modernos.

En muchos bares, especialmente los fines de semana, si miras alrededor verás que una gran parte de las personas tiene una Guinness en la mano. Forma parte del paisaje social.

Si planeas viajar a Irlanda, no te sorprendas al descubrir lo presente que está la Guinness en la vida diaria. Es más que una bebida. Es una pieza de identidad… Y cuando tengas tu Guinness delante, solo te quedará hacer lo mismo que haría cualquiera allí. Levantar el vaso y decir, con o sin acento irlandés: Sláinte.

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