Lo peor que puedes hacer si te arde la boca por el picante (y lo que sí ayuda)
Trucos que sí funcionan
El agua no calma, pero hay formas sencillas de apagar el ardor sin sufrir
Un bocado de guindilla, un chile mal calculado o una salsa más fuerte de lo que parecía. Todos hemos sentido ese fuego en la boca que parece no apagarse nunca, y lo primero que hacemos es buscar un vaso de agua. Pero lejos de aliviar, solo consigue que el picante se extienda aún más.
Por qué el agua no sirve para calmar el picante
La culpa es de la capsaicina, el compuesto responsable de la sensación de ardor que provocan los chiles, guindillas o jalapeños. Aunque muchos la asocian con 'sabor', en realidad lo que produce es dolor, ya que activa los mismos receptores nerviosos que detectan el calor.
El problema es que la capsaicina es hidrofóbica, es decir, no se disuelve en agua. Por eso, cuando bebemos un vaso para 'enfriar' la boca, el efecto es justo el contrario: el líquido arrastra la capsaicina y la extiende por toda la lengua y el paladar, intensificando la sensación de quemazón.
Aunque el picante no quema literalmente, el cerebro interpreta la capsaicina como si lo hiciera. Este compuesto activa los receptores TRPV1, los mismos que responden al calor real. Por eso sudamos, se acelera el pulso y sentimos ese 'calor' en la boca o incluso en la piel. Es una ilusión química muy real.
Lo que sí funciona: grasa, proteína o almidón
La buena noticia es que sí hay soluciones eficaces, y casi todas están al alcance de la mano.
- Leche entera o yogur: son los grandes aliados. Contienen caseína, una proteína que actúa como un 'detergente' natural, disolviendo la capsaicina y arrastrándola fuera de los receptores del dolor.
- Quesos, helados o nata: también funcionan gracias a su contenido en grasa y proteína. No solo alivian, sino que dejan una sensación fresca que ayuda a recuperar el paladar.
- Pan o arroz: los alimentos ricos en almidón no neutralizan químicamente la capsaicina, pero ayudan a absorberla y reducir el contacto directo con la lengua, ofreciendo un alivio rápido.
En cambio, el alcohol o las bebidas gaseosas no ayudan: el primero puede dispersar la capsaicina aún más, y las burbujas solo empeoran el picor al estimular las terminaciones nerviosas.
Si el ardor ya está en marcha, no entres en pánico ni corras a por agua. Respira por la nariz -el aire fresco ayuda- y busca algo con grasa o almidón. Si estás en un restaurante y no hay leche a la vista, pide pan, arroz o incluso un poco de aguacate. Cualquier alimento con grasa natural actuará como un pequeño 'apaga fuegos'.
Trucos que empeoran (sin que lo sepas)
Cuando el fuego es intenso, muchos recurren a cítricos, agua con gas o cerveza fría. Pero ninguno de ellos ayuda realmente.
- El zumo de limón o vinagre aportan acidez, que puede irritar más una mucosa ya sensibilizada.
- La cerveza, aunque tenga algo de grasa del cereal, no contiene suficiente para atrapar la capsaicina.
- Y los refrescos azucarados multiplican la sensación de calor: el azúcar no calma, y las burbujas activan aún más los receptores del dolor.
Si el picante se ha ido de las manos, lo más inteligente es apostar por la leche o un bocado de pan y tener paciencia. La sensación desaparecerá poco a poco a medida que la capsaicina se disuelva.
Por qué nos gusta tanto el picante (aunque duela)
Curiosamente, a pesar del sufrimiento, muchos disfrutan del picante. Los científicos explican que el cuerpo interpreta el ardor como una señal de calor y libera endorfinas y dopamina, generando una sensación de placer y bienestar posterior.
Tal vez por eso el picante despierta tanta pasión: une placer y desafío, sabor y emoción. Y aunque apagar el fuego sea cuestión de segundos, la memoria de ese primer bocado atrevido suele quedarse mucho más tiempo.
Si te gusta el picante tanto como a nosotros…
Hay mil formas de disfrutarlo sin miedo. Desde unos morros picantes o unas empanadillas picantes, hasta unos picantes mexicanos llenos de sabor o unas patatas rellenas con toque picante.
Los amantes del mar también pueden probar langostinos con salsa picante, mejillones en salsa picante o un elegante tataki de atún con salsa picante. Y si prefieres la pasta, hay opciones tan originales como los tallarines picantes con huevo flor, las patatas rellenas de picadillo picante, la pasta verde picante con salmón o incluso una pizza picante con pavo y piña.
Si lo tuyo es el arroz, no te pierdas el basmati con mejillones picantes. Y para quienes disfrutan de los guisos y carnes más contundentes, hay propuestas como el pescado relleno en salsa picante, los callos con setas, el taco de ternera con verduras y queso en salsa o la irresistible bomba de carne con salsa picante.
Y para los más atrevidos, nada como unos mejillones a la diabla con patatas o una buena salsa picante casera para acompañar cualquier plato. Si prefieres los sabores asiáticos, la salsa coreana picante es ideal para carnes, arroces o verduras salteadas.
Lo importante es disfrutarlo con cabeza y tener siempre a mano un poco de leche o pan para apagar el fuego si hace falta.